El miércoles de la semana pasada, mientras circulaba por el congestionado anillo periférico de Tegucigalpa me llevé una gran sorpresa, una de esas en las que uno no sabe si morir de la risa por ver animales del campo en la ciudad o de tristeza por el desorden que existe en la capital de Honduras. Las protagonistas de este post fueron un grupo de quince vacas que transitaban por la calle ocupando el lugar que en teoría deben utilizar los vehículos. Para hacerlo más gracioso, o menos triste, tuve que esperar que el ganado se hiciera a un lado para reanudar la marcha.
Como dirían en España: Es que lo ves y flipas…
Saludos desde la capital de la luna ¡Ah! y de las vacas…
Hugo